LOS
MEDIOS Y LA CULTURA DE PAZ FRENTE A LAS NUEVAS GENERACIONES
Es una verdad absoluta
considerar que los medios de comunicación –en cualquiera de sus formas- son de
vital importancia a la hora de pensar en la difusión y articulación de
realidades mundiales, nacionales y locales. Su poder es realmente impactante y
efectivo ya que de alguna manera logra captar la atención de cualquier público
sin importar la edad o sexo, estrato social, etc.
Las diferentes modas y
culturas existentes, utilizan los diversos espacios que los medios
publicitarios otorgan para conservar, promocionar y sostener sus costumbres,
éticas de vida, dogmas, etc. Prueba de ello, es la gran oleada de costumbres
provenientes de diferentes lugares en el mundo y que son tan aceptas en otros
lugares a un grado preponderante.
El taichí, las
ideologías orientales y un sin número de
formas de vida son adsorbidos por una cultura postmoderna globalizada y
sedienta de una identidad perdida ya que sus vacíos son enormes y por tal
motivo, cualquier moda calza muy bien dentro de su “nueva identidad”.
Hoy se habla de “La
cultura de la violencia” -un concepto bastante contradictorio pero que si se
asume, revela la gravedad de una sociedad desvalorizada y en caída
perpendicular y sin remedio- como una expresión que trata de resumir esa falsa
identidad que –sin negarlo- durante mucho tiempo se ha trabajado desde los
juegos de los infantes hasta el “ideal patriótico” en las edades siguientes; promoviendo
de alguna manera la cadena de costumbres que definen una cultura, y
lamentablemente, una cultura violenta.
Los juegos de video,
las películas de Hollywood, los personajes más apetecidos de dicho medio, se
constituyen en los enfoque de formación infantil y generacional de la sociedad
venidera.
Por todo lo anterior,
mi sueño va dirigido hacia el aporte a la cultura de paz desde los medio de
comunicación. Específicamente, en el desarrollo de un espacio televisivo, radial o de una página web con una
excelente difusión promoción en donde se incentiven los valores éticos y
morales que alguna vez formaron parte de la sociedad perdida pero ansiosa de
esa identidad que algún día tuvo.
Por muchos años se
pensó que los agente protagónicos de esta tarea tan especial era la Iglesia;
pero a decir verdad, no existe algo más aburrido en la televisión o en la radio
que ver la imagen de un sacerdote, pastor, o el que sea, promocionando su
devoción para ganar adeptos y no para brindar espacios de paz en medio de las
franjas televisivas.
Dicho espacio radial
estaría planificado para una duración de una hora –inicialmente- en donde se
desarrollarían temáticas claras y contundentes que promuevan ciertos
sentimientos para que los oyentes puedan tener la confianza de desahogarse y
recibir – a través de la músico-terapia y dado el caso, asesoría jurídica,
psicológica, sociales, etc- una buena respuesta para afrontar sus crisis de la
manera más adecuada y sin dejar de lado, las diferentes formas para resolver
los conflictos a partir de las experiencias vividas de los mismos oyentes.
He pensado en ello,
debido a que nuestra sociedad está buscando algo o alguien que la escuche y por
este motivo, los chats desde los celulares de última tecnología, el espacio
cibernético y demás circunstancias, son las salidas más concurridas de muchos
de los niños y jóvenes que marcan las directrices de esta sociedad que se ha
dejado llamar violenta.
La conformación de
redes a partir de un poder tan ofensivo o defensivo como lo son los medios de
comunicación pueden ser un buen modelo que ha de probarse para considerara sus
resultados pero sin ser tan optimista, podría apostar a una idea como esta.
La prohibición de
esquemas religiosos o de alguna índole
será el derrotero de esta propuesta ya que se ha comprobado que las respuestas
a las crisis no radican en las diferentes ideologías recibidas sino desde el
interior del individuo afectado. Estos espacios proporcionarían los medios
suficientes para la conformación de una cultura más de escucha que de habla, más
de conexión que división, más humano y menos cibernético (individualista).
Algunos expertos
afirman que nuestra sociedad Caleña y hasta Colombiana pertenece a ese número
de personas que tiene como cultura la violencia pero a través de este sueño,
pienso revocar esta idea por la idea de la necesidad que tiene todo ser humano
de ser escuchado para recibir la asesoría correcta desde la perspectiva
holística. Para ello, me parece de vital importancia contar con un grupo
interdisciplinario capaz y bien estructurado que desafíe una cultura con una
cantidad de problemáticas pero que en definitiva, ella misma tiene las
respuestas.
Ciencias como la
psicología, sociología, el derecho, la comunicación social, la filosofía y
demás, deben articularse para la conformación optima de un proyecto que no tan
solo pretende curar, sino también prevenir.
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